Aurora boreal

Aurora borealA más de uno la idea de un telepredicador de éxito puede que le saque de quicio, ¡pero tanto como para dejarlo mutilado sobre la alfombra roja de una iglesia acristalada de Kiruna, la ciudad que mejor conoce el otro Larsson, Åsa! El cuerpo tendido frente a una embarazada policía relevada de su puesto, Ana-Maria Mella, es el de uno de esos hombres que levantan pasiones en igual proporción que odios. Éste es un libro que trata sin contemplaciones a la feligresía de un iglesia saturada de pastores, tres (Thomas Söderberg, Vesa Larsson y Gunnar Isaksson), y con un consejo de ancianos, muy nórdico todo al que se suma un héroe de masas enfervorizadas, Víctor Strandgard, el cadáver del primer capítulo de la novela.

Rebecka Martinsson, una abogada de Estocolmo a la que este pueblecito le trae malos recuerdos tendrá que acudir en auxilio de Sanna, la hermana del finado. El caso de la muerte del sacerdote podría significar un ascenso para el fiscal jefe, Carl von Post, pero para eso habría que contar con la fama de la sagaz Mella, la primera en conocer las averiguaciones del forense y médico jefe, Lars Pohjanen. Las manos cercenadas nos hacen pensar en la habilidad manual que con frecuencia caracteriza a los pater de la iglesia y tal vez eso mismo pensó el asesino.

Sanna recurrirá a la entrometida jurista de Meijer&Ditzinger, Rebecka, asustada al saberse la principal sospechosa del caso, mientras la siniestra placidez nevada del pueblecito sueco, tendrá en Chapi, el perro, Lova y Sara, las hijas de la prófuga, sus primeras víctimas y no estamos hablando sólo de delitos de sangre.  

Seix Barral. 381 páginas. 18,50 euros

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