La “Utopía” de Leo Bassi despliega la bandera en el Alfil

Porque al neoliberalismo le están creciendo los enanos

Leo Bassi es a España lo que Michael Moore a EEUU; si el uno se afana en incordiar a los partidarios de las armas en el país del country, el otro nos amenaza con autobuses al Valle de los Caídos, mientras vapulea a la Iglesia católica. El cómico italiano, no contento con haber sufrido los ataques de sus detractores, vuelve al teatro Alfil de Madrid con “Utopía”, un montaje en el que hasta el 14 de marzo fustigará las conciencias de los espectadores y del que ahora presenta una nueva versión, empujado por la rapidez con que se han desarrollado los últimos acontecimientos desde su estreno. Con la misma facilidad de palabra y el mismo dedo acusador de Dario Fo, aunque un poco más deslenguado y coléricamente desatado, Bassi señala las vergüenzas del sistema capitalista que a comienzos del pasado año naufragaba estrepitosamente y propone al público revisitar las utopías progresistas decimonónicas. Pero no se crean que se conforma con ensalzar a los que considera suyos, ideológicamente hablando, porque en el espectáculo el comediante reparte mandobles para todos y acusa a sus conmilitones de falta de pasión que, “en un impresionante vacío de propuestas, ha dejado pasar esta ocasión sin proponer ninguna alternativa confirmando la imperiosa necesidad de un encontrar nuevos sueños con una nueva energía”. Una revolución silenciosa de inofensivos patitos de goma comandados por el cínico intérprete. Como les decimos, no se asusten si se incendia el patio de butacas del madrileño Teatro Alfil, porque durante una de las escenas Leo Bassi se arma con una tea ardiendo en una mano y una botella en la otra, moviéndose cual dipsómano, frustrado ante la desolación del actual panorama social y político.

“Hay que volver a la fuente del pensamiento de izquierdas, rejuvenecer nuestros valores o sino cualquier día descubriremos que hasta los principios de la Ilustración serán puesto en duda por el nuevo oscurantismo”

En unos tiempos en que las banderas rojas huelen para muchos a naftalina el poético bufón la desempolva y planta cara, blanqueando la suya al modo de los payasos listos, en lo que define como “un viaje íntimo, donde consigo reconectarme con los orígenes circenses de mi propia familia, internacionalista y progresista como todo la gente de circo de entonces… “

(Publicado en ACTIVA)

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