Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí

Mi madre me había dicho que recogiera la habitación, pero allí estaba y un bicho de ese tamaño no es una de esas cosas que uno guarda debajo de la cama. Intenté empujarlo a patadas al oír sus zapatillas de felpa acercarse por el pasillo. Ella no entendería lo nuestro y menos aún mi amor por los coprolitos.

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En cierto sentido las huellas descomunales que estaban diseminadas por todo el perímetro de la urbanización a modo de piscinas -la nuestra era una reproducción fantástica y a escala 1:1 de las patazas de un tricerátops- daban una idea de las proporciones mastodónticas de hacer negocios que les gustaban a los dueños de la inmobiliaria. Lo malo fue que intentaron ahorrarse los costes de la producción de los moldes y no se les ocurrió otra cosa que dar vida a un dinosaurio. Siempre hay un empleado despistado o negligente.

Nos dimos cuenta cuando ya era tarde; el cuerno de la fiera asomaba amenazador por entre los arbustos.

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No quiero que me vuelvas a hablar de lo tuyo. Tú sabrás si te quieres separar o no de tu marido. No tengo problema en que vengas a dormir a casa unos días, pero por favor ¡saca a eso de mi salón!

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¿Cuándo despertó?

¿El dinosaurio todavía estaba allí?

¿Estaba allí?

¿Cuándo despertó el dinosaurio?

¿Todavía estaba?

¿Allí, cuándo?

¿Despertó?

¿Él?

¿Dinosaurio todavía!

¿Estaba?

¿Allí?

¿Cuándo?

¿Despertó el dinosaurio?

¿Todavía?

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-Di no Saurio.

-No.

Todavía estaba allí con ese otro, deportado como él, un hombretón con la piel medio verdosa con el que había aprendido a reírse de lo que parecía una desgracia, en la caja de un camión, tapados por una loneta, compartiendo sudor y los golpeteos del trayecto en ese viaje sin rumbo en el que se encontró al despertar. Sólo supo que habían cruzado la frontera de México. Nadie sabía de su desaparición. Al menos Saurio todavía estaba allí.

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Técnica de reproducción asistida contranatura. Imperdonable error. ¿Cómo se lo explicaría a aquella pareja que hace dos días se había sometido a una transferencia embrionaria? La chica del laboratorio no hacía más que mirar desesperada el cartel que evidenciaba el desastre genético y sí, por más que se frotara los ojos el letrero acusador que rezaba «embrión de dinosario» seguía allí, pero ya vacío.

(Variaciones sobre el tema de ese cazador de animales fabulosos A.M.)

© Jaberbock

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