Muerte de una inesperada pedagoga

Raffaella Carrá: la diva italiana que rechazó a Sinatra, sedujo a Maradona  e hizo bailar a millones cumple 76 años - Infobae

¿Qué ha sido más importante para la liberación de las españolas, la italiana simpática en mallas que nos cantaba romances juglarescos a ritmo de pista de baile o el destierro de la bata negra de las abuelas gracias a la invasión de las tiendas del todo a cien? La primera era una especie de goliarda de la televisión que fue peregrinando por los distintos países en los que penetró su estilo irrepetible contánodos amores y desamores, cotilleos que no llegan a ser dañinos -porque nada lo es cuando agarras un cubata- y nuevas modalidades de amor de las que hasta entonces nadie se atrevía a hablar. En cuanto al avance de la moda, probablemente la gente más joven, los dichosos millenial, generación z y similares tal vez ni sepan de qué hablo, porque en su memoria visual puede que ya no haya existido esa clásica mujer tradicional o no tanto que a partir de su condición de viuda, o porque a partir de una cierta edad no se admitía otra vestimenta que la recatada bata oscura. Me refiero a un universo de abuelas y madres convencidas de la obligación de difuminarse en la sombra de un vestido que camuflase su existencia. Una galaxia de mujeres devueltas a la vida gracias al abaratamiento de esa moda de usar y tirar, tan sugerente e irresistible que logró ir poniendo poco a poco los colores de la vida en todas ellas. Porque nuestros burkas, nuestros niqabs, incluso nuestros chadores han sido otros, aunque ahora no los recordemos y vistieron hasta hace poco nuestras calles de una legión de mujeres de mediana edad y mayores que con la indumentaria pasaban a engrosar ese status de las inaudibles, las viejas, las locas.

La Carrà fue un primer avance de esa pedagogía: En un primer momento Raffaella pedia cien liras para irse a hacer las Américas, hasta que quizá se diera cuenta de que El Dorado que se prometía a los inmigrantes era el que denunciaban entre bromas y veras los portorriqueños de West Side Story: un país donde a lo máximo que podías aspirar era a ser limpiabotas o camarero si el color de tu piel no te acompañaba. Pero la italiana se dio cuenta de que uno puede construir el propio personaje: en su caso pasando el cabello rizado y pelirrojo de su infancia a ese casquete rubio liso que la convirtió en icono eterno. En cuanto a la trascendencia de las penurias, la boloñesa pronto reivindicó el valor del sexo de los países latinos como activo frente a ese Norte hostil de la posguerra y siguientes. Si los estadounidenses tenían el Plan Marshall, las mujeres mediterráneas como ellas contaban con una liberalidad y sensualidad mayor que el de las puritanas esposas de los hijos del tío Sam. Frente a las brujas con escoba del sexo visto como tabú Raffaella abría una ventana al aire fresco de las mallas ceñidas y los movimientos casi gimnásticos de un cuerpo escurrido y apenas femenino que se movía por la pista de baile para contarnos la desfachatez de un marido que merecía ser abandonado por engañarnos con burdas tretas como esa enfermera que terminaba escondida en un armario. O ese Lucas que nunca seria el novio perfecto, porque a la primera de cambio mostraba su verdadera identidad sexual abrazado a otro hombre. Todo muy tenue, familiar y acompasado de unas músicas tan próximas a la caricatura como los personajes del landismo, demasiado toscos para meternos en una reyerta con y/o por ellos.

Con esa sonrisa inacabable Rafaella era capaz de sacar al centro del plató a cualquier abuela para practicar el Tuca Tuca y ponerla a sobar sin mayor complicación que una risilla malévola, un ¡uy! picarón y en algunos casos, una progresiva reacción de soltar los instintos que podía terminar con un pellizco en el trasero de uno de sus bailarines. La actriz y cantante hizo más por la sexología que la doctora Ochoa o Lorena Berdún: las suyas no tenían nada de clases magistrales, pero desinhibían al más pintado y dejaban al censor con la duda de si esa transparencia era excesiva o un desliz perdonable, un pecadillo de la muchacha rubia. Una rubia que peluca en ristre nos enseñaba también que no hace falta que seamos tal y como nos mostramos en ciertos ambientes, que uno puede desmelenarse en esa época de ranciedad y constricciones en la boite de turno para regresar a la vida de pudibundez y apariencias. Porque en esa sociedad de la reconstrucción tras los fascismos Europa y el mundo necesitaban divertirse y ser otros y Raffaella incluso jugaba con esa ficción por aquel entonces de mujeres empoderadas, tocándose con corbata, un atrevimiento para los que seguían vigilando de cerca las reivindicaciones de las mujeres para ser dueñas de sus cuerpos.

No sabemos cuánto de premeditación había en su repertorio, en sus letras, lo que sí sabemos es que ni siquiera sus convicciones ideológicas, se declaraba ferviente votante de izquierda, frenaron en nuestro país el éxito arrollador de la cantante que tomó el relevo en España de las mujeronas de la revista, mucho más robustas en sus formas, aunque más clásicas en sus demandas, habitualmente limitadas a que les buscasen una pulguita hasta engatusar lo suficiente al incauto para enroscar un anillo en su dedo. Ella no necesitaba nadie que rigiese sus destinos, ya se encargaba de dar buen uso a la tecnología digital, marcando el 5-3, 5-3, 4,5,6. Ya me entienden,,,

Como suele suceder con estas figuras mal leídas, Raffaella quedará como la descocada muchacha que nos hacía despendolarnos en cualquier fiesta y nos olvidaremos de sus demandas salariales para que su trabajo se remunerara en pie de igualdad con el de sus compañeros presentadores. Que cuando aun hoy muchas mujeres siguen teniendo que dar explicaciones porque no optaron por la maternidad, Raffaella nunca pidió disculpas por no consagrarse a la vida de esposa y madre por entonces tan extendida o por defender a las mujeres maduras de Hollywood que elegían como pareja a un joven mucho menor que ellas . Olvidaremos que cuando muchas pelean ahora por tomar la palabra y no ser silenciadas en las reuniones por sus colegas, ella tomó por asalto los despachos y se hizo escuchar sin más pancarta que su trabajo y ese cuerpo de diva intocable, salvo para las imposibles coreografías de unos asexuados chicos de conjunto con los que demostraba canción tras canción, baile tras baile, que quien mandaba era ella. Toda una lección…

Más info: https://www.vanitatis.elconfidencial.com/celebrities/2021-07-05/75-datos-sobre-raffaella-carra-en-su-75-cumpleanos_1579261/

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