No todos sobreviven, pero a todos se les reconoce el valor. Los personajes de la novela de Clara Usón comparten un fino hilo de casualidades que los conectan unos con otros en éste y otros tiempos.
Por un lado, tenemos a Fermín Galán que sólo pide profesionalidad a sus verdugos el día del ajusticiamiento, a Mati Oliván que de un modo u otro querría que la sentencia fuera más contundente con ella que con su hija, Mar, la desafortunada gogó, Sami, el chico de compañía que busca su propia liberación en ese imperio del placer que para él resultará ser Benidorm y al padre Casimiro, purgante de una pena en la que tuvo que escoger entre ser ajusticiado o empuñar el cuchillo. Precisamente el croata demostrará cuán cierto es el aserto del insurrecto militar en Jaca cuando abandone a Andrija, ese más que hermano al que reencuentra en Jasenovac.
De fondo, la pregunta que podría hacerse un Asperger del sentido moral: ¿la civilización se cimienta con sangre? Puede ser: con la de los preferentistas a los que engatusó Mati, la divorciada y empleada de banco perfecta que en su devoción por el trabajo perdió en el camino la confianza con la hija adolescente. O con la de los serbios que perecen en el campo de exterminio croata, tan sofisticado en la aplicación del horror que espantara a los nazis. O con la de los sublevados por la República como Luis Duch a quien Mariano Used le advertirá que el Nuevo Testamento es la puesta en escena de una obra donde Dios es el asesino de Cristo.
Valor
Clara Usón
Seix Barral, Barcelona, 2015
320 págs.
19 €
Autora: Alicia González
Satisfacciones de esclavo 